Time

Imaginemos que el tiempo se puede comprar y vender como un producto de Televentas que llega empacado a la puerta de la casa.

Los principales compradores serían, precisamente, quienes vendieron su tiempo a empresas en las que trabajaron por muchos años de su vida y lo quieren de vuelta para cumplir todos sus sueños. Personas que decidieron en un punto crítico hacer un balance de cuentas y se vieron arruinados, por que el tiempo estaba al alza y el dinero a la baja, y finalmente, se quedaron sin con qué comprar suficiente tiempo.

No los culpo, de hecho, creo que todos caemos en la trampa de pensar que el dinero es mas valioso que el tiempo. Supongo que es porque el dinero sólo llega a final de mes, después de trabajar duro por más de 8 horas diarias, y cada día, lo agotamos con cierta angustia, hasta que nuevamente llega el día del pago; en cambio el tiempo parece una tarjeta de crédito con la que todos nacemos, sin límite de cupo y con cuotas de intereses diferidas, aparentemente,  hasta la eternidad.

Por eso es que hasta ahora no se me había pasado por la mente la idea de que algún día, tal vez, necesitaré comprar tiempo. Querré viajar,  dormir más, ver más películas, ir al gimnasio, ir a bailar, y en general, pasar mas tiempo con las personas que amo.

Así he llegado a la conclusión de que lo único que puedo hacer en este momento es tratar de invertir bien mi tiempo para que un día cuando mire hacia atrás tenga la satisfacción de que aproveché mi existencia, y de que luché por lo que quería mas allá de resignarme a acumular horas laborales para mantenerme con lo que el dinero ganado por ellas me permitía.

Un magnífico cortometraje de David Firth que me ha ratificado aun más la idea de que viajar, es tal vez, la inversión más rentable que pueda hacer en la vida.